jueves, 10 de enero de 2013

Dos historias de aparecidos

Charles Richet (1850-1935), fue un insigne fisiólogo francés, que en 1913 recibió el premio Nobel por su descubrimiento de la anafilaxia. Escribió varios libros de contenido histórico y su literatura fue considerada importante durante mucho tiempo. Sin embargo, su interés por la Parapsicología, le otorgó la fama a escala mundial, y aún se le sigue mencionando como una autoridad en la materia.

Pese a que no creía en la supervivencia del alma después de la muerte (él explicaba los hechos desde un punto de vista metapsíquico), si nos relata en una de sus obras, alguna de las historias clásicas de apariciones. Veamos qué nos cuenta en una de ellas:

El señor Belvedere del sexto Regimiento colonial, fue unos días a Riverac (Dordogne) a pasarlos en casa de algunos amigos. En el momento en que se dormía vio surgir una sombra blanca y trasparente que se destacaba lentamente de la chimenea, avanzaba hasta su lecho, y le dejaba oír interiormente estas palabras: “ Sé siempre amigo de mi hijo.” Seguidamente, al levantarse poco a poco la sombra, reconoció a la madre de uno de sus mejores amigos, a la que había dejado en buena salud. Se levantó para saber si no era víctima de una ilusión. No había luna; la noche era muy oscura. El hecho es que la persona cuya forma reconoció había muerto dos horas antes.

La siguiente historia, nos cuenta lo siguiente:

Miss Beale, entonces de catorce años de edad, vio entrar en su habitación, en plena noche, el rostro de un hombre que cubría su cuerpo con una bata; parecía que trataba de orientarse con las manos, y seguidamente desapareció. Miss Beale, asustada, pide socorro a una de sus compañeras, que dormía en la misma habitación. Y ésta le dice: “Seguramente es C..., mi hermano.” Al día siguiente por la mañana, al reunirse para comer, el hermano afirma que no era él. Pero que también vio en el mismo momento que una forma entraba en su dormitorio, forma que reconoció como la de un amigo (bastante enfermo, pero al que no creía en peligro) que en otros tiempos le dijo: “El que de nosotros muera antes irá a visitar al otro”. En realidad este amigo había muerto aquella misma noche, según se supo más tarde.

Creo que valía la pena volver a rescatar estas historias, ¿no creen?

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